Este modelo de práctica profesional instalados en el campo de la ciencia “oficial” mediante su estado objetivado (instituciones, obras, etc) se imponen como los únicos capaces de atribuirse la legitimación social que el carácter de “científico” otorga en nuestra época a una disciplina. De este modo se sustraen a la visión crítica y se amurallan en el prestigio académico y la legalidad social para evitar constituirse en objetos de estudio para sí mismos o desde otras perspectivas.
Estos dispositivos permiten aportar la apariencia de necesidad lógica, es decir de carácter puramente científico, a ciertas representaciones sociales cuya emergencia explícita queda de este modo completamente negada. Estos subterfugios metodológicos operan implícitamente en la generación de conocimiento y en la gestación de un universo discursivo autocentrado y a menudo impenetrable.
La lógica específica de ciertos campos implica una
independencia respecto de otros dominios del saber determinando algún grado de
incomunicabilidad entre ellos.
La disposición endogámica
intradisciplinar produce no pocas veces una ignorancia absoluta de lo que
sucede extramuros y, lo que es peor aún, el desconocimiento de dicha ignorancia
y de las condiciones, histórico y sociales que las hicieron posible.
Los orígenes de estas condiciones pueden rastrearse en los
de la Modernidad misma que de acuerdo a Edgardo Lander pueden sintetizarse como
I.
Visión universal de la historia asociada a la idea de
progreso
II.
Naturalización
de las relaciones sociales como fruto de la “naturaleza humana” y por
extensión al modelo liberal capitalista.
III.
Ontologización de las múltiples separaciones sociales.
IV.
Necesaria superioridad de los saberes propios (ciencia)
respecto de los ajenos.
El ejercicio de una observación
crítica sobre el saber médico, sobre sus prácticas y representaciones no es
posible desde posiciones que compartan las limitaciones de la visión
fragmentaria y reduccionista de la realidad. No se trata de sustituir una
mirada parcializada e incompleta por otra igualmente mutilada pero de sentido
opuesto.
La Medicina no puede vaciarse de
contenidos biológicos que le resultan imprescindibles, no está en condiciones
de restringirse al uso de herramientas de nuevo tipo para el tratamiento de la
enfermedad y el alivio del padecimiento, no podría privarse de los aportes de
la tecnología como instrumento de su accionar.
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