miércoles, 13 de febrero de 2013


Modos de enfermar y conceptos de enfermedad
     Kottow Miguel

Desde que el ser humano reflexiona sobre sí mismo, busca un atributo que pudiese distinguirlo de otros seres vivos, afán más urgente desde que las ciencias naturales iban desdibujando la singularidad de la especie. Como lo hicieron Kepler,  Darwin. La biología ha sido fructífera en detectar lo propiamente humano, pero se ha visto enfrentada al reconocimiento que estos  atributos se dan de muy diverso modo en los individuos. Si la racionalidad o la falta de instintos son una esencia humana, ¿Qué pasa con los seres racionalmente incompetentes? Vienen nuevas perspectivas desde lo atípico, desde lo que se ha llamado anomalía, anormalidad, enfermedad.
No es tarea de la antropología, ni de la antropología medica identificar lo propiamente humano, pero si el rastrear la aparición y el desarrollo de aquellos rasgos humanos que participan en lo que contemporáneamente entendemos por enfermedad, terapéutica y quehacer sanitario. La antropología médica  debe ocuparse de lo relevante y constitutivo del quehacer terapéutico frente a lo que conocemos como enfermedad. Los animales apenad muestran sus cuidados hacia sus prójimos lesionados, y no aparecen rastros de actividad terapéutica hasta que lo hicieron las agrupaciones humanas.
El sujeto enfermo
Las humanidades médicas enfatizan la relación de la enfermedad con el sujeto dando cuenta de una prevalente inquietud sobre la presencia de la persona y su vivencia subjetivas en el enfermar.
El sujeto y el objeto como su contraparte tienen cercanía incomoda al problema insoluto mente. Cuerpo.  La real existencia del sujeto no es demostrable, pues lo subjetivo solo se expresa de su interior y desde el punto de vista del observador. Según Kant el proceso cognitivo ocurre al interior de las personas y el sello del conocimiento subjetivo se logra por concordancia intersubjetiva.  Lo que vuelve difícil diferenciar lo subjetivo de lo objetivo, pero con la idea de reconocer que todos vivimos a nuestro modo nuestra interioridad.
Conceptos de enfermedad
Antiguamente la medicina terapéutica era considerada una actividad ritual o metafísica, la cual tenía un escaso resultado para sanar. De igual forma la enfermedad se percibía como  una posesión de un proceso mórbido, y que la forma de curarse era a través de exorcismos.
T. Sydenham en sus escritos clasificaba y definía las enfermedades en especies, de modo botánico y pretendiendo no caer en hipótesis filosóficas. La enfermedad era vista como una plaga impredecible e incomprensible que no se sabía cuando ni donde atacaría.
Según la concepción ontológica, el cuerpo enfermo era visto como un receptáculo en el cual anidan procesos mórbidos generales y los esfuerzos terapéuticos eran inespecíficos.
Después de la indagación en las ciencias del cuerpo y tras muchas investigaciones, la fisiología  considera el organismo humano como un fino mecanismo funcional cuya misión es mantener el equilibrio interno, de tal modo que la enfermedad se da como una disfunción o un desequilibrio. Esto se ve reflejado en las baterías de exámenes y los perfiles bioquímicos que comparan los parámetros de los individuos con las normas para detectar la salud.
Simbología del enfermar
Los conceptos de enfermedad deben ser entendidos como un lenguaje perteneciente a la medicina y aquí es una disciplina que intenta entender los procesos patológicos básicos y comunes de manifestaciones mórbidas, a fin de lograr un carácter unitario para os esfuerzos terapéuticas. Los conceptos de la enfermedad son parte de la meta medicina y la simbología del enfermar pertenece al ámbito de la antropología medica la cual  propone su incorporación al discurso médico para enriquecer y mejorar la eficacia de los esfuerzos terapéuticos.
La medicina antropológica cuyos impulsos provienen del K. Goldtein, unifico la idea fisiológica de enfermedad con el reconocimiento que quien enferma es un individuo y no un representante de la especie humana. Caracteriza la enfermedad como la perdida de las constantes funciones propias del individuo, es decir se enferma con relación al propio estado de salud y no según parámetros estadísticos de la especie.
Debido a la necesidad de delinear y acotar con más precisión el concepto enfermedad, se hace la pregunta ¿Qué es la enfermedad? Y se le responde con definiciones con un común denominador consiente de la elaboración externa, es decir con miradas médicas, sociales, políticas o filosóficas dirigidas hacia el fenómeno enfermedad como un objeto a ser caracterizado y no se hace la pregunta ¿Qué es enfermedad desde la vivencia del afectado?
La enfermedad del alma
Cuando los rituales destinaban a sanar a un miembro de la comunidad, el chamán hacia encantaciones y ruegos a las divinidades  debido a la dolencia que aquejaba en ese momento el enfermo. Este modo era coherente debido a la definición que se tenía de enfermedad como castigo divino por haber cometido un acto inmoral contra la sociedad. En respuesta a esto los dioses sustraen el alma al cuerpo del culpable el cual no es objeto de preocupación y el chamán intenta restituirlo. Las terapias se sustentaban por personas preparadas que gozaban de la confianza de la comunidad. La opción era elegida y prescrita sin conocer su dolencia y sin formular un diagnostico; apenas se permitía al relatar algunos malestares que aquejaba el enfermo. Al no existir medicina no había pacientes y sin no esto no había interacción entre ellos, así como la ausencia de la relación entre el terapeuta y los procesos mórbidos.
El individuo portador de la enfermedad
Según Hipócrates el enfermo es concebido como el individuo cuya dolencia es directamente lida desde su cuerpo y explorada por el terapeuta que así se convierte en medico; para la filosofía naturalista el afectado es costo como un portador de estados mórbidos que necesita ayuda.
Más que averiguar que lo aqueja, la medicina hipocrática se propone reconocer la enfermedad que anida en él, para saber si se puede tratar  y para formular un pronóstico.
Paciente en el centro de enfermedad.
Jaspers ratifica el triunvirato conceptual de paciente, medico y sociedad, reconociendo la correcta comprensión de enfermedad, básicamente la forma en la que el enfermo vive su afección, la cual será primordial para todo el complejo salud/enfermedad.
Los modelos fisiológicos experimentales están creando situaciones artificiales de tal modo que las reacciones que se toman como normales  son en realidad patológicas, siempre y cuando respondan a situaciones impuestas en los laboratorios. Tomando los parámetros funcionales del ser humano no estructuradas, y que son producto de una adaptación al medio ambiente. Por cuanto un individuo pueda flexiblemente establecer  sus normas de funcionamiento en respuestas de los requerimientos de su entorno, será una persona sana. Básicamente expresa que la salud absoluta es la capacidad originaria e indeterminada de aceptar nuevas normas biológicas.
Cuando una persona no es capaz de tener una normatividad la cual se requiere para solventar su existencia y su relación con su entorno, provocando un estado de ineficiencia, por lo cual se le considera enfermo. Dicho ser vivo enfermo esta normado por condiciones determinadas, es decir  que ha perdido la capacidad de aceptar otras normas de condiciones cambiantes. Por lo que la curación jamás retoma una orden pre mórbido, sino; que establece una normatividad nueva.
Vivencia de enfermedad y muerte.
La antropología médica, está recuperando los protagonismos del enfermo en su proceso mórbido, hace a su vez una semiología fina de las vivencias acompañadas del enfermar, pues son ellas las que otorgan el espesor a la dimensión de la enfermedad.
Sabemos que la vida termina con la muerte y que esta será el fin de nuestra existencia,  pero tenemos la certeza de esto debido a la muerte de otros. El final de ser así se da a conocer  de forma objetiva. El fin es desplazado hacia un futuro incierto, pero la certeza de estar lanzado a la muerte se devela en la vivencia de la angustia. La angustia se distingue del temor a morir siendo un saber que el ser. Ahí en cuanto lanzado en el mundo, existe hacia su fin. La reflexión en torno a la relación del ser en el mundo y del ser para la muerte transciende a la antropología medica en dos aspectos, la angustia intrínseca de saber que se vive hacia la muerte y la distancia que ha entre estos. Entendida la existencia humana como un estar arrojado en el mundo, como un insistente e inevitable actuar para conservar la existencia.
Al estar enfermos se reduce la distancia y debilita el esfuerzo, transformando la angustia vital en temor ante la visibilidad de morir. Viviendo la enfermedad como una amenaza de su existencia y no como lo entiende la medicina, en forma de un desperfecto del organismo a reparar. Por otro lado la bioética reconoce el episodio mórbido como una posible clausura vital,  lo que a su vez procede a la antropología que marca la enfermedad como una distorsión eventual del programa de vida.
La pregunta por el sentido de enfermar
La enfermedad concurre con la tentación de darle un sentido por lo que ha recibido una diversidad de sentidos desde las culturas, pacientes y desde los terapeutas aun cuando estos han sido impotentes para detener o erradicar el proceso mórbido. Entonces, ¿tiene sentido la pregunta de por el sentido de la enfermedad? Toda búsqueda se da en un marco referencial, el sentido es otorgado desde un ámbito externo y que rebasa aquello cuyo sentido busca. Por lo que podemos decir que de tener sentido tendría una construcción artificial. Se le puede dar sentido, lo que es diferente de decir que lo tiene, otorgándole un sentido se le da una valoración positiva a un proceso que para los afectados esta siempre imbuido de dolor, sufrimiento, pérdida y el deseo de sanar. Por lo que al querer darle sentido se podría decir que sería una justificación de esta y no un sentido.
El triángulo enfermo-terapeuta-sociedad
Siempre muy presente en las culturas antiguas, la enfermedad tiene significaciones que van más allá de lo afectado. De algún modo la sociedad se involucra, ya sea por sentirse amaneada ante una enfermedad o por participar en un esfuerzo colectivo de sanación.
La etnografía reconoce que el enfermar como la respuesta terapéutica de prácticas sanitarias no son realidades naturales sino sucesos culturales cargados de significaciones que comprometen la existencia de la vida familiar y social, las relaciones mundanas y las transcendentes. Más que dictiomas se acepta como infaltable un triaogo entre individuo, medicina y sociedad, los tres influenciados mutuamente y diseñando su modo de ser bajo estos influjos, ninguno de ellos puede separarse y excluir a los otros dos.
Descripción de la enfermedad.
La enfermedad es un estado complejo, orgánico y cultural. La enfermedad se inicia desde un afectado que vive un dolor, malestar, etc. Y que recurre al agente externo en busca de ayuda.
Para empezar el terapeuta tiene que confirmar o descarta el diagnostico de enfermedad, para poder normar o institucionalizar el acto clínico.
Durante mucho tiempo la enfermedad era entendida a través de los síntomas, los cuales son factores orgánicos y que son acompañantes de la caída del individuo.
Según menciona Lain Entralgo la enfermedad le otorga presencia y protagonismo la corporeidad, a diferencia de la salud que es silenciosa.
El sentir de vulnerabilidad acompaña al hombre a lo largo de su vida, es algo natural, pero en lo que puede cambiar es la forma en la que una persona se perciba enferma.
Diversos modos de entender la enfermedad
El modo antropológico abarca en un equilibrio precario entre la minucia interpretativa y la esquematización reduccionista. La antropología médica lo bascula entre la detallada descripción etnográfica y los grandes sistemas que pretenden imbricar la enfermedad como un elemento de la antropología filosófica, considerando los conceptos clásicos de enfermedad –ontológico y fisiológico- sobrepasados por explicaciones científico-naturales que están a la espera de una nueva sistematización. Todas las significaciones de la medicina y de cualquier intento terapéutico, están basadas en la inestabilidad de los estados que el ser humano sufre como enfermedad, solo si el proceso mórbido es erradicarle podrán haber interpretaciones positivas que busquen sentido, beneficios o ador cismo, rasgos que deberán ser resultado de los ajustes existenciales del paciente, de su búsqueda de una nueva normatividad. Si el enfermar es una vivencia antropológica primaria, no será legítimo que sociedad, medicina o cultura impongan beneficios a los dolores, padecimientos y discapacidades que provienen del enfermar humano.

Fuentes bibliograficas
https://docs.google.com/file/d/0B8Ri7ByTKWMYWGhDN0pBUjhMWDg/edit

Suemy Jacqueline Gonzalez Koyoc

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